El éxito en 1971 de Harry el sucio y French connection provocó en lo años siguientes una marea de tipos duros como no se ha vuelto a ver, es probablemente la época dorada del trhiller estadounidense (que no cine negro, que es otra cosa algo distinta). La mayoría eran policías, detectives privados o maleantes de diverso tipo, pero también destacó un arquitecto con muy malas pulgas y muy vengativo.
No he leído Death wish, la novela de Brian Garfield en que se basa el filme del mismo título de 1974 que aquí se tituló El justiciero de la ciudad. Según tengo entendido, era una crítica al concepto de justiciero y a los peligros de tomar venganza. El director Michael Winner optó por lo contrario, por hacer una glorificación de Paul Kersey, arquitecto que tras el asesinato de su mujer y la violación empieza a cargarse a todo maleante que se le cruza con el camino. Aunque tenga cierta ambiguedad en el tono, es de moralidad discutible, pero como película me parece muy respetable, Michael Winner en los 70 me parece mejor director que lo que la crítica más sesuda considera. Fue uno de los grandes éxitos de los 70 de Charles Bronson, acompañado en el reparto con el gran secundario Vincent Gardenia, Hope Lange y Jeff Goldblum en uno de sus primeros papeles.
Lo que viene después es ya historia del cine de videoclub ochentero más canalla. En 1982, el inefable Menahem Golam y su productora Cannon compra los derechos para hacer la secuela (la primera estaba producida por Dino de Laurenttis, aficionado a veces al trash, pero de filmografía más respetable) y hace Death wish 2, titulada aquí Yo soy la justicia. El resultado es casi una fotocopia, pero hecha con tal desfachatez que vista ahora provoca más risas que la primera (lo pude comprobar en Phenomena antes de la pandemia), la crítica la pone a parir, pero vuelve a ser un gran éxito. Golam se envalentona y hace la tercera entrega, la más delirante, desmadrada y para mí la mejor, Charles Bronson cargándose tribus urbanas varias no tiene precio. Vendrían dos entregas más ya más rutinarias y un tardío remake con Bruce Willis, desde luego son las tres primeras entregas de Death wish las que convierten a Charles Bronson en el rey de los videoclubes y del cine de acción.
La banda sonora del primer filme es obra de un grande del jazz. Herbie Hancock no ha hecho muchas bandas sonoras originales para el cine, su trabajo en Death wish me parece más que notable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario