El pesimismo seductor
Dos hombres se disputan un trozo de calle en el que aparcar sus respectivos automoviles. Observo que la riña se prolonga mas de lo debido y, dado que el acuerdo parece imposible, va tomando un cariz inquietante. Pero la Providencia envia a una mujer uniformada que mediando entre los dos contendientes, consigue calmar los animos añadiendo, con buen arte, un final feliz al parto del gruñido. Como quiera que la voluntad de los recien reconciliados fuese no invitar al bautizo particularmente, todos los testigos del acontecimiento - incluida la autoridad- pudimos asistir a la tan emotiva ceremonia.
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