En 1986, la carrera de Tom Cruise parece estancada, han pasado varios años desde el éxito de Risky Bussines y Legend se ha convertido en uno de los mayores fracasos comerciales de los 80. Tuvo que llegar un director británico y unos aviones para convertirlo definitvamente en una estrella.
Tony Scott era más conocido en ese momento por ser el hermano de Ridley que por su carrera como publicista y director. Además, su primer filme El ansia no había funcionado bien en taquilla, aunque se convirtiese en película de culto.
Y en eso llegó Top gun. Don Simpson y Jerry Bruckheimer volvieron a dar en la diana comercial tras Flashdance y Superdetective en Hollywood con esta historia de aviadores, convirtiéndose en la película más taquillera en USA de 1986. Es entretenida, aunque la historia es mínima, la excusa para hacer en toda regla un spot de 110 minutos de las fuerzas aéreas de EEUU, muy de acorde con la ideología de la era Reagan. Como he dicho, fue la película que hizo de Cruise una estralla, y Tont Scott se convirtió en un más que convincente director de películas de género hasta su fallecimiento en 2012, peor considerado en general por la crítica que su hermano Ridley, aunque tiene varias películas sobresalientes como Amor a quemarropa y Marea roja.
Cuando fallece Scott, uno de sus proyectos era la segunda parte de Top gun, que finalmente ha sido dirigida ahora por Joseph Kosinski (Tron 2, Oblivion) Se ha retrasado su estreno a causa del coronavirus, pero no deja de ser curioso que este proyecto de hace casi 10 años se haya hecho con alguien en la Casa Blanca peor que Reagan, está por ver si el resultado es otro spot de la era Trump.
Al éxito de la película contribuyó la canción de la película. Take my breath away está compuesta por Giorgio Moroder y Tom Whitlock, e interpretada por el grupo Berlin. Tuvo un gran éxito al igual que la película, ganó el Oscar y se convirtió en una de las canciones de banda sonora más icónicas de las segunda mitad de los 80.
Entre las nominadas estaba Mean green mother from outer space, de La tienda de los horrores. En 1986, sus compositores Alan Menken y Howard Ashman eran casi unos desconocidos; tres años después, una sirenita haría que cambiaran la historia del cine de animación en EEUU y que diesen mucho que hablar en los Oscar a mejor banda sonora y canción entre 1989 y 1995...
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