Tras el éxito sorpresa de Por un puñado de dólares, Sergio Leone repitió la jugada con La muerte tenía un precio, segunda entrega de la Trilogía del dólar. Aumentaría el éxito, durante muchos años fue la película más vista en España hasta la llegada de Torrente.
La muerte tenía un precio sigue las andanzas del Hombre sin nombre, esta vez en busca de un grupo de bandidos que planea un atraco a un banco de El paso. Está hecha con más medios, y tiene inolvidables escenas como el duelo final con reloj incluido.
Y aunque Clint Eastwood y Gian Maria Volonté siguen estando muy bien como héroe y villano, quien saltó definitivamente al estrellato con el filme fue Lee van Cleef. El antiguo contable era un excelente secundario en grandes westerns como Solo ante el peligro, Duelo de titanes, El hombre que mató a Liberty Valance o La conquista del Oeste, pero que yo recuerde no había tenido un gran papel protagonista hasta La muerte tenía un precio. El éxito del filme le convirtió en una gran estrella del spaguetti western, forma una estupenda pareja con Eastwood en esta especie de buddy movie del Oeste, y repetiría con Leone en otro memorable papel en El bueno, el feo y el malo.
Cualquier colaboración entre Leone y Morricone siempre fue caviar beluga o jamón pata negra, sin duda el tema principal de La muerte tenía un precio y el del reloj son dos magistrales composiciones del maestro fallecido el año pasado.
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