4 de marzo de 2010
En Pùnta Salsipuedes los ciudadanos salen de la borrachera y entran en el bar para recuperar la sobriedad. El expendedor de espejismos etilicos que lleva rato observandome por fin se acerca y me dice:Usted se esta emborrachando en mi establecimiento.Si,y no deberia hacerlo porque he notado que esta mal visto. Si replica en un tono severo,mal visto yde mala educacion porqu a nosotros la calle nos emborracha y poor eso le digo que si usted no es de aqui es porque ada le sorprende. Me veo en la obligacion señor cliente inadecuado de informar que tenemos aqui reservado el derecho de admision precisamente para no admitir a los que con su comportamiento perturban esta convencion social genuinamente nuestra de recuperarnos de la cogorza bebiendo en el bar. Puesto que me saca de mi ensimismamiento obligandome a ofrecer una explicacion le voy a decir que entre fatigado de ver atascos,gente corriendo o manteniendo largas conversaciones telefonicas despreciando su propia intimidad,albañiles subidos a un andamio masticando con deleite y a dos carrillos las nalgas de ua mujer que fregaba y hasta un mendigo en bata y zapatillas de estar por casa haciendo de ua plaza publica y concurrida la ficcion de un7n domicilio fijo. Por no hablar - si me permite extenderme mas de lo debido- de la multitud de estimulos luminicos y auditivos que orientan la atencion hacia una proliferacion de necesidades innovadas que en funcion de se cargan ustedes como un sarcofago a las espaldas. Yo, señor dispensador de bebidas destiladas no soy de aqui y aunque me pese ya no puedo sorprenderme de que supongan que la libertad la da el mercado nii de que suspiren sudorosos por no perder una esclavitud que consideran el bien mas preciado de consumo.¿Como quiere que me embriague una calle en la que se ignora el entorno clamando para si una exclusividad excluyente de individualidad y en la que nadie se detiene a pensar en las en las diferentes maneras de parar a un taxi? Es exasperante. Nada les sacia el hambre, la crispacion les malhumora y la crispacion los abate porque todos se persiguen y se alcanzan. En ustedes no se distingue nada de particular y mirados de lejos no son mas que muchedumbre.¿Como quiere que me sorprenda si todos tienen lo mismo y nadie es diferente en nada? Pague y sali a la calle tan borracho o mas que como lo estaba en el bar. Me permiti el descanso de la horizontalidad tumbado en el banco de un paseo. ¡Que bien que estaba asi, tumbado y entretenido con las hojas de los arboles mecidas por la suave brisa. Es lastima que ayer me comprara estos grilletes un poco pequeños. No son de mi medida.Me laceran los pies cuando ando con ellos.Pero el tiempo hara un callo en ellos y entonces sere tan feliz como cualquier otro.
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